sábado, 2 de agosto de 2014

La escalera - Ramos María Cristina

La Escalera
El ciempiés no se animaba
 a subir por la escalera.
 Se enredaba y daba pasos,
 daba pasos de tijera.
Y la escalera subía
 a las ramas de la higuera.
 En la higuera había una casa,
 y en la casa una escalera
 para subir al estante
 donde estaban las cerezas:
 su mamá las protegía
 dentro de una ensaladera.
El ciempiés no se animaba;
 el susto le daba pena,
 de pena le tiritaban
 las patitas delanteras.
 Pero cuando era de noche,
 paso a paso, la escalera,
 la escalera se alargaba
 y llegaba a las estrellas.
En las estrellas hay plazas
 y juegos y bicicletas,
 que uno puede disfrutar
 si sube por la escalera.
El ciempiés no se animaba;
 la noche le daba pena
 y un suspiro le enfriaba
 las patitas delanteras.
Entonces vino la hermana
 y le dijo que pusiera
 cada pata en un peldaño
 y, una a una, las subiera.
 Tiqui taca tiqui taca,
 siempre adentro, nunca afuera.
 Tiqui taca le ayudaba
 con ruiditos de madera.
Al oír el tiqui taca,
 tacadentro, tacafuera,
 el ciempiés no se animaba
 a subir por la escalera.



No hay comentarios:

Publicar un comentario